#Opinión Hacer ciudad desde el enfoque de mujer en bicicleta / Areli Carreón
Por Areli Carreón
Mi nombre es Areli Carreón, soy una de las personas fundadoras de Bicitekas A.C. que desde hace 20 años promueve políticas públicas para hacer de la bicicleta un modo de transporte sustentable que contribuya a hacer de Ciudad de México una urbe más humana. Actualmente funjo como Alcaldesa de la bicicleta de CDMX. Yo descubrí la bicicleta como modo de movilidad cuando a los 24 años una depresión me dejó varada en Montréal, Canadá, sin dinero y sin trabajo. A pesar de tener miedo, comencé a rodar por la ciudad porque era la forma más barata de moverse. Pronto descubrí que era también muy rápida, eficiente y muy agradable. La bicicleta me ayudó a recuperar el ánimo de vivir.
Regresé a México enamorada de la bicicleta y encontré a varias personas que como yo, por diferentes motivos, tenían la misma energía y ganas de cambiar la ciudad.
A través de protestas y propuestas, Bicitekas A.C. ha logrado impulsar cambios en la toma de decisiones para que la Ciudad de México incluya la movilidad activa dentro de su marco legal, sus programas y presupuestos, convirtiéndose en un referente en América Latina.
Como colectivo, hemos trabajado desde la marginalidad. La bicicleta era considerada por muchos como la única opción de los más pobres, y siendo muy jóvenes nadie nos tomaba en serio. Ser mujer era una más de mis desventajas, porque muchísimas personas en México no están acostumbradas a escuchar y tomar en cuenta a las mujeres, mucho menos cuando hablamos de temas públicos. He vivido desde el menosprecio hasta el insulto.
Como mujer, he aprendido a utilizar fortalezas: muchos políticos acostumbrados a tratar con mujeres que usan su atractivo físico, su posición social o sus relaciones personales para hacer negocios, obtener prevendas o alcanzar posiciones de influencia, no saben qué hacer con una señora que se viste como ama de casa, habla como universitaria y les demanda como su jefa; sin dejar de ser cortés. Esta forma “femenina” de hacer política, porque inusual, es difícil de contrarrestar con las herramientas habituales de la clase política, de ahí su gran efectividad.
Nos tomó diez años de trabajo, insistencia y creatividad lograr convencer que la bicicleta no era sólo un juguete, o una opción deportiva y recreativa. Nuestra persistencia desde la sociedad, sumada a un cambio de paradigma global nos ayudó a abrir la puerta a nuevas formas de concebir la ciudad y la movilidad urbana en México. Aprendimos que trabajar con la mayor calidad y profesionalismo posible, con creatividad y en equipo con otras organizaciones o colectivos con intereses afines, da buenos resultados.
El trabajo de incidencia en lo público puede ser muy frustrante, pero trabajar paralelamente con ciudadanos nos permitió mantener la alegría y energía suficiente para superar la desesperanza y aparente inutilidad del esfuerzo durante los primeros años. El trabajo nos permitió ganar experiencia suficiente para enfocar cada vez mejor nuestra energía social para lograr avances pequeños, que fueron construyendo mayor confianza y ánimo de más personas y organizaciones para seguir adelante. Trabajar por objetivos a través de la colaboración es un trabajo más lento pero duradero que trabajar para ganar el poder, usualmente alrededor de un “hombre fuerte” que tome las decisiones que necesitamos.
Es una labor menos visible, más colectiva y más femenina. Desde nuestros primeros logros pequeños como el acceso de bicicletas al sistema de transporte masivo Metro y la construcción de la primera ciclovía confinada en la Ciudad de México en 2004, pasando por la llegada del sistema de bicicletas públicas Ecobici y la construcción de la ciclovía urbana en Av. Reforma, hasta el proceso de construcción del actual Reglamento de tránsito, que es el primero en la historia de la ciudad enfocado en la seguridad de las personas antes que en la velocidad de los vehículos y el único hecho hasta la fecha con participación ciudadana en 2015. Así como, fue incluido el derecho a la movilidad en la primera Constitución política de la Ciudad en 2017, podemos decir que hemos aprendido a incidir positivamente en la construcción de una ciudad más amable para la bicicleta y para las personas.
Las mujeres podemos y debemos ser parte de la labor de hacer ciudad, simplemente porque somos la mitad de la población y debemos ser tomadas en cuenta. No es una labor sencilla porque muchas personas aún piensan que lo público no es el lugar de las mujeres. Ni la calle, ni la noche, ni la política o el debate sobre el dinero público se consideraron durante décadas espacios o asuntos en los que las mujeres podíamos opinar.
Combatir estos prejuicios sigue siendo una batalla cotidiana, a los que se suma la dificultad real de participar cuando se juegan otros roles como el cuidado de niños, ancianos, familia y hogar, que todavía nos son impuestos a las mujeres. A muchas mujeres nos cuesta muchísimo trabajo florecer hasta el tope de nuestras capacidades porque además de intentarlo tenemos que hacer la comida y limpiar la casa.
Para desatar el potencial real de las mujeres en el sector de la movilidad y el transporte (¡y en otros sectores!) deben existir relaciones de mayor equidad dentro del hogar, en donde las responsabilidades de cuidado y de reproducción social de la fuerza de trabajo no sean exclusivamente de las mujeres. Deben existir alternativas de cuidado a niños y ancianos que permitan a las mujeres trabajar, aprender, prepararse. Debe existir equidad de oportunidades para las mujeres, independientemente de su edad o estado civil. Los espacios de trabajo deben tener guarderías, ludotecas, servicios de atención a niños y ancianos, y permitir la participación remota del padre o madre que esté a cargo de la familia.
Yo veo con gran optimismo el futuro, pues veo a las mujeres jóvenes y a las niñas más conscientes de sus derechos y activas en su ejercicio y defensa. Cada vez es más claro que la revolución de las cosas cotidianas, que está sobre todo en manos de mujeres, llegó para quedarse. La justicia que merecemos las mujeres la estamos construyendo con nuestras propias manos y pies. El activismo social es el espacio en donde más mujeres hemos estado construyendo una diferencia que por fin se ve y se siente.
—
Areli Carreón, Alcaldesa de la bicicleta de Ciudad de México @arelibiciteka
Average Rating