#Opinión Mi pasión por la Ciudad NO es de hombres/ Angélica Castro

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Por Angélica Castro

Soy bogotana con sangre muy llanera, donde se dice que los hombres son recios, pero lo recio es la raza, pues así somos hombres y mujeres.

Conté con la suerte de pertenecer a una familia donde jamás hubo distinciones de género ni de ningún tipo. Mi padre hacía el mercado y mi mamá siempre trabajó. En momentos en los que se necesitó, ella sacó su recia casta llanera para encarar al que se le pusiera por enfrente. Por estas razones, nunca he aceptado que haya distinciones entre hombres y mujeres pero reconozco que somos complementarios y no competencia y que cada sexo tiene sus fortalezas y debilidades.

Estudié mi primaria en el colegio Helvetia, suizo y mixto. A las niñas nos enseñaban a tejer y bordar y a los niños mecánica y carpintería. Hoy estoy segura que esto se hacía para enfatizar las habilidades que cada uno tiene. Cabe resaltar que la educación física, como se llamaba al deporte, era mixta, entrenamos juntos y competimos juntos. En épocas en las que las niñas jamás se atreverían a jugar futbol, nosotras lo hacíamos y muy bien. Esto me hizo notar en la vida que no había diferencias entre sexos. Ese colegio me formó para ver el mundo como es, de hombre y mujeres. Era buena para las matemáticas en el colegio y eso me dio seguridad para estudiar una ingeniería. Hija de un ingeniero industrial, mi mamá pensaba que podría ser muy pesada la ingeniería civil por lo masculino y que tal vez sería mejor la industrial. A pesar de esto, decidí por la Ingeniería Civil, decisión que fue respetada.

Estando aún en la Universidad, tuve mi primera experiencia laboral. Trabajé en una entidad llamada “Caminos Vecinales” adscrita al Ministerio de Obras Públicas y Transporte de Colombia. En la primera salida me sorprendí al darme cuenta que las condiciones estaban pensadas solo para hombres. La ducha era al “aire libre” así que tuve que ingeniarmelas para poderme bañar durante los días que estuve en la obra. Cuando salí de la universidad, trabajé en una empresa que comercializaba productos de ingeniería, en particular geomembranas para la separación de lodos en campos petroleros, donde era la única mujer. No había baño separado y la ducha era “pública”, para lo cual seguí bañándome a medio vestir. Para los dos casos, hice reflexiones a las entidades, pues les hice ver que día a día, iban a contratar más mujeres y que la condición debía ser tenida en cuenta. Es así, como hoy puedo ver, que a pesar de condiciones precarias, en los campamentos de obra se separan los baños y se tiene muy en cuenta la presencia de mujeres.

A principios de los 90’s inicié mi vida laboral con el gobierno nacional de Colombia, donde trabajé en la división de transporte y allí empezó el recorrido por el sector. Estando ahí, accedí a una beca del gobierno japonés para viajar y estudiar los adelantos tecnológicos en temas relacionados con el transporte público en ese país. En esta experiencia, nuestra tutora, mujer, en un país de hombres como es Japón, quiso exigir el uso de la falda para ir a las reuniones. Mi reflexión a ella fue que en el vestir no estaba la esencia de la mujer. Me rebelé y seguí usando mis pantalones, pensando como, en pequeñas cosas, el “machismo” ejercido por  las mujeres es un determinante del comportamiento de los hombres hacia las mujeres. Luego de esto, pude realizar mis estudios de maestría en planeación e ingeniería de transporte en la Universidad de Leeds en Inglaterra. Las experiencias frente al hecho de ser mujer en el mundo del transporte, en estos dos países fueron completamente diferentes. En Japón, no se veía a la mujer profesional con respeto. A las pocas que participabamos en el curso, no nos miraban y no se referían a nosotras, éramos “inexistentes”. Por el contrario en Inglaterra, un país muy abierto a la diversidad en todo sentido, nunca me sentí diferente a pesar de que en el curso solo éramos 4 mujeres de 35 estudiantes.

Las dificultades siendo mujer, en toda mi trayectoria en el sector transporte, se ubica en el contacto inicial que se realiza con los hombres. Soy colombiana y trabajé en México durante 4 años. Allí me pasó algo que no había vivido antes en Colombia y fue encontrarme en una reunión de ingenieros, revisando planos de infraestructura de transporte, con comentarios como que para que me orientara, me mostraban donde quedaba un centro comercial. Esto realmente me hacía perder la paciencia. Habiéndome graduado de ingeniería como ellos, cómo podían pensar que yo no sabía leer planos? Mi conclusión es que lo hacían para medirme. Sin embargo, el discurso de las mujeres, frente a este tipo de hechos, los avala: he oído en muchas ocasiones a mujeres mencionar que son despistadas o desorientadas por el hecho de ser mujeres.

Mi estrategia ha sido no poner atención a comentarios con veneno, no me “engancho”, trato de no enojarme ni discutir. Siempre he considerado que quien tiene el problema es el machista y por ende es esa persona la que sufre. Siempre hago que me vean como profesional y no como mujer.

Me esfuerzo también en que no haya segregación de ningún tipo en los entornos laborales en los que me desempeño. Recomiendo siempre en la selección de personal que se evalúe experiencia y desempeño sin importar si es una mujer o un hombre, sin distingo de raza, de condición social, ni por su aspecto físico. Considero que este ejemplo cunde, no solo para el sector en el que nos movemos, sino para la vida misma. Las mujeres, si están preparadas profesionalmente, deben estar en este y cualquier otro sector donde tengan buen desempeño. El punto clave es la capacidad y experiencia de la persona.

Siempre se ha considerado el transporte y la movilidad como un tema de “hombres” ya que involucra saber de vehículos, de obras, de tecnología donde se tiene la creencia (tanto de hombres como de mujeres), que corresponden con habilidades masculinas. Se ha demostrado mucho que esto no es cierto.

Trabajo en una firma mexicana cuya sucursal está en Colombia. Cuando llegué a la firma hace 10 años, yo era la única mujer del grupo directivo, hoy somos prácticamente el mismo número de hombres y mujeres. Hay también grandes mujeres en el sector. Hoy la ministra de transporte de Colombia, es una mujer. La Directora de TRANSMILENIO SA es una mujer. Son mujeres muy competentes que seguirán abriendo espacios para otras mujeres en el sector. Los mitos se han ido derrumbando. No poniendo tanta atención a los que están en contra, se logra avanzar. Creo que el trabajo con profesionalismo rompe el distingo de género.

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